El Nacional el día del partido con Vallejo, que puso fin a la novela del descenso.
Terminó la temporada y el balance es negativo. Hubo desorganización, improvisación, ignorancia supina, terquedad, contrataciones millonarias que no respondieron, falta de manejo, nulo liderazgo, escasa capacidad de negociación, menor capacidad de generar recursos, líos dirigenciales, pocas ideas y mucha estupidez. La receta del fracaso, tal cual.
Hemos terminado decimoterceros de dieciséis equipos, con insuficientes 34 puntos en la tabla para clasificar siquiera a algún torneo internacional. Además, hemos perdido o dejado de ganar 11 puntos en la mesa por razones extradeportivas. Eso, en lugar de ser una justificación razonable para el pobre desempeño deportivo, es una evidente demostración de que quienes tenían la administración del club han sido incapaces de defender sobre un escritorio lo poco que el equipo podía ganar en la cancha. Los recientes problemas entre facciones de socios por hacerse con el control del club son consecuencia de la acefalía institucional que padecemos hace más de un año.
La incapacidad dirigencial se evidenció con más claridad al perder la sede del Monumental para los partidos de local como consecuencia de un enfrentamiento entre delincuentes que terminó con la muerte de uno de ellos. Si tal enfrentamiento hubiese sido manejado mediáticamente como lo que realmente fue (una pelea entre barrabravas y no la agresión a una persona indefensa) otro, tal vez, habría sido el resultado.
En promedio, el plantel defraudó. Pocos pueden considerarse eximidos de la crítica. Carlos Galván en el nivel de siempre, lo cual es mayor mérito considerando su largo recorrido. Antonio Gonzales es el patrón del mediocampo. Rainer Torres vistiendo el overol y el smoking siempre en un mismo partido, supliendo las deficiencias de los argentinos que debían crear fútbol. Raúl Ruidíaz confirmando su crecimiento. Andy Polo, Edison Flores y Álvaro Ampuero las mejores apariciones en varios años (junto a la de Ruidíaz en 2009). Punto.
Este año tiene que terminar ya, y no repetirse jamás. Nunca más un Damián Ísmodes en nuestro equipo. Nunca más un Juan Carlos La Rosa. Nunca más un Pedro García. Para que un cagón se ponga la crema tiene que ser un fuera de serie, no un veterano reciclado más propenso a las lesiones que al gol. Nunca más un Guillermo Tomasevich. Nunca más un chileno en el plantel. Y sobre todo, nunca más un entrenador incompetente y traidor.
P.D.: Ayer Álvaro Barco, gerente deportivo de la Universidad San Martín, desmintió interés por Jesús Rabanal. Álvaro, piénsalo mejor. Hazlo por la “U”.
P.D. 2: Toñito, Galliquio, es lógico que quieran irse de la “U” porque les deben 6 meses. Lo que no es entendible es que siquiera piensen en irse a Alianza, donde al plantel no se le paga hace 3. Si su única alternativa seria es Alianza, entonces cambien de representante.
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