Si alguna vez lo fui, definitivamente dejé de ser hincha de la selección peruana tras el proceso eliminatorio de Vladimir Popovic (Estados Unidos 1994). El entorno argollero que le endilgaron al yugoslavo y la predilección (futbolísticamente injustificada) de dicho entorno por los jugadores de un club sin hinchada que a partir de 1994 compraría los títulos nacionales por cuarto de docena me demostraron que, para fanatismo y fe ciega inquebrantable, sólo existía la “U”. Por eso, desde aquellos meses finales de 1993 y en adelante, cuando ocurre una derrota previsible de Perú (que lo son todas), salgo a la calle y me divierto mirando el patetismo impregnado en las caras de todos los ilusos que esperaban que, ahora sí, se nos haga.
Que la selección peruana me genere la misma indiferencia que los octavos de final de la Copa Perú no significa, empero, que no tenga una opinión sobre las causas de tanto fracaso. Y mi opinión, amparada en la Constitución (la del 79 y también la del 93), es la siguiente: la magia no sirve para clasificar a un mundial. No sirve porque la magia no existe. Lo que existen son ilusiones ópticas. Es una ilusión óptica, por ejemplo, armar una alineación en la que 3 jugadores titulares forman parte de un club que pelea la baja en el torneo local (incluso habiendo ganado muchos puntos en la mesa), y hacernos pensar que son lo mejor que tenemos. Es otra ilusión óptica reemplazar a Farfán por un cuarto jugador de ese equipo sin hinchada, delantero que no hace goles como sólo sabemos formar en el Perú, dejando en el banco a Irven Ávila, goleador del campeonato y que juega hace varios años en la altura de Huancayo, y hacernos creer que la remontada vendrá desde la banca.
Mi vaticinio, lo firmo hoy, es que no clasificaremos. No estoy aprovechando la coyuntura porque esta semana le canté al primer seguidor de este blog que perderíamos 2 a 0. Pelearemos hasta el final no porque hayamos avanzado, sino porque otros países han retrocedido o se han estancado. De locales tal vez seamos imbatibles, pero si no sacamos puntos en Colombia como Venezuela, o en Bolivia como Colombia, o en Argentina como Bolivia, veremos, una vez más, el mundial por televisión.
¿Qué necesita esta selección? Sangre crema, de hecho. Antonio Gonzales en el mediocampo. John Galliquio como alternativa en la defensa (no puede ser que, lesionados Rodríguez y Zambrano, ¡alguien como Ramos sea titular!). Ruidíaz siempre. Y Andy Polo, pronto. Muy pronto porque, los aficionados al cómic lo sabemos, hace poco murió uno de los cuatro fantásticos.
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