Uno es delantero. Ha jugado los 17 partidos de la “U” en lo que
va del año (10 oficiales y 7 amistosos).
Fue titular 13 veces. Nadie sabe
por qué se le contrató el año pasado, y mucho menos por qué se le renovó esta
temporada. O sí. Se sospecha que cobra y reparte. No hay otra explicación lógica para el
desatino de su permanencia en el club.
El otro es defensa. Sueña con la selección peruana pero su único
mérito es tener pasaporte argentino. Ha
jugado apenas 8 partidos en el año (6 de titular), de los cuales 5 fueron
amistosos y apenas 3 fueron oficiales.
Tiene voluntad, pero su mediocridad futbolística no se la quita
nadie. Es un jugador para club de
provincia.
Adivine usted qué tienen en común
el delantero y el defensa (además de merecer la extinción de sus
contratos). Cada uno ha marcado 2 goles
en lo que va del año. Sí, el delantero
de veinte mil dólares mensuales con todos los partidos del año habidos y por
haber y el modesto defensa proveniente de Ayacucho que juega casi únicamente en
amistosos han marcado la misma cantidad de goles. Lo que hace al defensa más efectivo que el
delantero. Pero es el delantero el que
se lleva más efectivo (de nuestras arcas y sin merecerlo).
Para mayor coincidencia, ambos
han marcado un gol en un amistoso y otro en un partido oficial. El delantero a River Plate en el partido más
engañoso de la historia, y a Real Garcilaso en una derrota catastrófica en casa
(gol inútil). El defensa a Deportivo San
Marcos de Arica en un empate vergonzoso, y a León en Huánuco (el descuento,
también inútil).
La relación del defensa con el
gol es de sol y sombra, pues tiene también un autogol (ante Emelec en
Guayaquil). La relación del delantero
con el gol es pura sombra (no tiene luz).
Ninguno merece que se le mencione
con nombre propio.
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